México es un país tan peculiar con una dinámica social compleja que para comprenderla es conveniente guiarse, a veces, por el sentido común. En un país cuyas instituciones no terminan de consolidarse, se producen realidades distorsionadas dignas de ser plasmadas en un largometraje y llevar por nombre: Matrix Mexicana.
Sin embargo, el sentido común no es el más común de los sentidos en México; con unos medios de comunicación al servicio de los intereses más poderosos y herméticos, vislumbrar quien dice la verdad parece una labor complicada. Por eso, asumir la actitud de ver con sencillez lo que tenemos frente a los ojos, es un buen método para llegar a la verdad.
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Guiado por estas premisas, hoy queremos reflexionar sobre el trabajo que la periodista Carmen Aristegui realiza en la empresa MVS y en su portal de noticias que lleva su nombre. Para ello es oportuno revisar el contexto en el que el periodismo mexicano se desenvuelve, no separándolo de la realidad económica de la que forma parte.
La labor empresarial en nuestro país se caracteriza por ejercerse a contra corriente; los empresarios que a diario luchan por mantenerse en el mercado, saben muy bien que el margen de utilidad económica es bajo y que los egresos contables deben mantenerse a raya para no caer en números rojos, de tal suerte que gastos como el dedicado a la publicidad y promoción de dichas empresas y sus productos son reducidos al mínimo.
El periodismo en este entorno se complica, pues para que un medio informativo sobreviva, necesita de empresas que quieran anunciarse. En todo el mundo la industria de la información en su vertiente periodística vive una crisis causada por el cambio tecnológico que está modificando las formas de comunicación y sus medios, de ahí que, en este periodo de transición, muchas empresas informativas están desapareciendo debido a que los anunciantes han modificado sus estrategias de publicidad. En particular, al periodismo mexicano se le debe agregar la falta de lectores y el poco interés de la población por saber de los asuntos públicos.
Sin embargo, lo sorprendente en el caso del periodismo mexicano es la manera en que ha resuelto este problema, porque a falta de empresas que inviertan en publicidad, ha encontrado en el gobierno al mejor cliente.
Desde la dinámica empresarial, tener como principal cliente al gobierno es un lujo que pocas empresas gozan, pero en el caso de la industria de la información ha sido vital mantener este vínculo económico, que no solamente le ayuda a sobrevivir, sino que ha convertido al periodismo mexicano en una actividad muy redituable con ganancias millonarias.
Las derivaciones éticas que genera esta ecuación económica entre periodismo y gobierno son cuestionables, sabemos que en un país con un sistema político como el que hoy lo gobierna, cuya característica es el autoritarismo, mantener una independencia después de recibir financiamiento es casi imposible.
Se han alzado voces por todo el país advirtiendo del derroche en el que el gobierno (el anunciante) incurre al gastar miles de millones de pesos en publicidad gubernamental. Una de esas voces es la de Carmen Aristegui que hace poco reflexionó sobre el dispendio del gobierno estatal de Chiapas, que promocionó por todo el territorio nacional la imagen de su gobernador.
Lo sorprendente de este caso, recae en que ahora, el portal de noticias de la periodista Aristegui, tiene como anunciante al gobierno de Chiapas, contradiciendo en los hechos a sus propias opiniones y observaciones.
Como dijimos al principio, la realidad mexicana tiene trazos que si no se observan con sencillez, pueden parecer distorsiones y llevarnos a dimensiones poco claras. Pero sigamos guiándonos por el sentido común y tratemos de responder por qué una periodista como Carmen Aristegui no está fuera de la dinámica política, económica e ideológica que envuelve al periodismo mexicano.
Sin ir más lejos, podemos observar que ésta periodista obedece a los intereses de la empresa MVS cuya estrategia frente a las otras empresas poderosas de los medios (televisa, tv azteca) ha sido cargarse un poco hacia la izquierda con la finalidad de tener un margen de negociación.
Y aunque ha tenido la habilidad de refugiarse en espacios que tienen cierto grado de “independencia” como puede ser CNN, tarde o temprano ha tenido que responder a los imperativos de quienes detentan el poder político o económico.
Analizar el trabajo de una periodista destacada como ella, no es muy popular porque sus posicionamientos en algunos temas de relevancia, le han hecho merecedora de elogios provenientes en su mayoría del lado opositor al gobierno; se ha ganado el reconocimiento de políticos como Andrés Manuel López Obrador que, dicho sea de paso, nunca ha tenido una entrevista con Aristegui , que se caracterice por ser más crítica; casi siempre han sido encuentros donde el Sr. Obrador expone sus ideas sin encontrar ningún análisis de su interlocutora. En base a la estrategia de dar voz a la oposición, Aristegui ha incurrido en hacer lo mismo que hacen los periodistas cercanos al oficialismo: no cuestionar, no analizar y si apoyar a sus aliados en la lucha por defender sus propios interés; es decir, el periodismo que ejerce no es objetivo e imparcial porque no gira alrededor del interés del público, sino que responde a una estrategia de defensa de sus intereses frente al poder político, y nada más.
Los anuncios del gobierno de Chiapas que se pueden encontrar en el portal Aristegui Noticias acaba con cualquier especulación que señale que nuestra opinión es sesgada o motiva por un interés obscuro; lo cierto y bien mirado es que ésta prueba demuestra que la periodista Carmen Aristegui participa en el juego del poder al más alto nivel, donde el chantaje y la negociación política son la moneda en curso entre el gobierno y un clase periodística que se beneficia de un sistema político temeroso de opiniones verdaderamente críticas e independientes.
Es seguro que saldrán justificaciones y racionalizaciones psicológicas (la más socorrida será la de la transparencia) para demostrar que no hay ningún inconveniente en que su portal de noticias tenga como cliente al gobernador de Chiapas, pero todas estas caerán en las trilladas respuestas de quienes viven a costa del erario público.
En México sólo se tendrá un periodismo independiente cuando los medios informativos vivan de sus lectores y anunciantes particulares. Seguir con un periodismo financiado por el gobierno, hará que la desinformación sea la mejor estrategia para mantener un sistema político, cuyo único fin es perpetuarse para que, quienes participan en él, vivan con privilegios económicos que la mayoría de la población no tiene.
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